Sindicato del Sonido.: El punto final de Tomás Segovia

El punto final de Tomás Segovia


Por: Valentina Pérez Botero


En seis meses Tomás Segovia habría cumplido 85 años, pero un cáncer de hígado lo dejó a mitad de camino. En 2012 habría celebrado cuatro años de haber recibido el premio Francisco García Lorca de poesía; 12 de haber sido reconocido con el premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo; y más de medio siglo de haber pasado por La Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Cuando hablaba parecía susurrar: despacio, contenido, íntimo, con ese dejo de acento español que enfatizaba las “s”, que recordaba su origen y envolvía su poesía. Para leer se desposeía de los lentes y aparecía esa voz cavernosa, serena, persistente, sin puntuaciones intermedias.

Murió la tarde del lunes siete de noviembre. Tuvo el mal gusto de enlutar el resto de la semana con el peso de su ausencia y los recuerdos de sus versos “tus pechos anchos como un paisaje escogido definitivamente/ inolvidables como el pedazo de tierra donde habrán de enterrarnos/ calientes como las ganas de vivir”. Sí, las ganas de vivir palpables en los infinitos proyectos que seguían circulando por la cabeza de Tomás y la temperatura que aún conservan las páginas del libro inédito que dejó a punto de publicarse.

Desarraigado de la España franquista por la persecución a las ideas socialistas de sus padres, pasó por París, Casablanca y Nueva York, hasta llegar a México donde no sólo estudió la licenciatura, sino que se convirtió en profesor del Colegio de México hasta su jubilación. La última etapa de su vida transcurrió en la alternancia entre su patria europea y la latinoamericana, pero fue en México donde el calor de la vida cedió definitivamente y es también el lugar donde hoy lo velan sus cuatro hijos, familiares y amigos.

Tal vez por ese andar por el mundo aprendió a escribir caminando, en la calle, en los cafés, cerca al ruido, a la gente. Era poeta, ensayista, traductor: escritor, pero su tiempo también lo ocupó en el desarrollo de un oficio: el de la impresión. El tiempo destiñó su pelo, su barba, así que su cara la enmarcaban centenares de cabellos blancos, que sólo retrocedían un poco en la frente.

Tomás Segovia murió el mismo día que Joe Frazier. Ese boxeador negro estadounidense famoso por vencer a Mohammed Alí que también fue víctima de cáncer de hígado ¿Qué nos querrá decir la vida con este Knockout doble?¿Con la desaparición paulatina de los ídolos de esa generación?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

me encanta como describes las cosas mas sencillas y logras que uno se imagine la escena e incluso se sienta capaz de reproducirla.

la relación que haces sobre los dos casos merece un poco mas de historia del boxeador.

lucía

Anónimo dijo...

Sencilla, concreta, acertada. No más no menos.

Carlos

Anónimo dijo...

me agradó éste ensayo, espero leer más.

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