Sindicato del Sonido.: St. Vincent & Buzzcocks @ Auditorio Blackberry

St. Vincent & Buzzcocks @ Auditorio Blackberry



 Por Rapunkzel Rock On!
Fotos Azul Ramírez

Es primavera y el vecindario de la Hipódromo Condesa se convierte en un jardín extraño lleno de bares y recintos de conciertos donde podemos salir a jugar hasta muy entrada la noche, por lo que resulta una gran noticia la recuperación del Cine Las Américas para transformarlo en un foro de eventos de pequeño tamaño y muy amable para audiencias reducidas como fue el caso de la dupla de conciertos Saint Vincent / Buzzcocks, y que se une a un circuito único en la zona. A instantes me sentía en el ballroom de mi ciudad, cerca de casa y a una caminata de distancia.


La primera parte de este doble concierto inició con St. Vincent, cuya líder, Annie Clark oriunda de Dallas, Texas inyecta una particular energía en vivo al resto de sus músicos, que dan la apariencia de pequeños intelectuales que se podrían encontrar en la universidad. Es una banda poseedora de una vibra que hace a su público estallar, suena novedoso, fresco y probablemente eso es lo que les brinda tan grande atractivo. En vivo es un deleite escuchar a Saint Vincent debido a que su música cuenta con numerosas atmósferas envolventes, pasando de la calma de los sintetizadores a las enérgicas percusiones y guitarrazos que parecerían imposibles de las manos de Annie. Tanta fuerza quedó más que clara cuando se lanzó a surfear entre los cuerpos de los fans, y a pesar de la agitación por tal ocurrencia, su voz nunca perdió la firmeza. entre otras sonó "Cheerleader", "Cruel", "Surgeon" y "Save Me". Un buen momento en su carrera para andar de gira y compartiendo escenario con grandes bandas como los Buzzcocks.


Crecer no significa sólo dejar pasar el tiempo o cambiar de apariencia, es un largo proceso que se dificulta cuando se trata de mantener nuestra autenticidad. Sin embargo, hay gente ejemplar que sin importar las décadas crece y conserva al mismo tiempo un ímpetu juvenil que parece inagotable, encantador, y que logra influir en quienes los siguen. Seguramente ninguno de los que asistimos a este concierto imaginamos la posibilidad de que en algún momento se apagaran las luces y veríamos entrar al escenario a cuatro músicos de Manchester que hace cuarenta años forjaron una escena que ha pasado a la historia y ha alimentado nuestros sueños. Jamás nos pasó por la mente que podríamos ver a los legendarios Buzzcocks en vivo, tan cerca aunque desafortunadamente sin dos de los miembros originales. Fue una noche para recordar lo que escuchabas hace mucho, la incomprensión de los otros, las playeras que debido a tu pequeña talla no podías usar.


“¿Están listos?” pregunta Steve Diggle comenzando la magia con “Boredom”, oda punk que detonó la euforia de los fans, formando inmediatamente el Slam y motivados para lanzar a otros por encima de la numerosa audiencia. Vestido totalmente de blanco, Steve definitivamente se roba el show, convirtiéndose en el dios de la guitarra, levantándola y moviéndose de lado a lado por el  escenario. Él y Pete Shelley hacen una mancuerna única, por la actitud en el caso de Diggle, y por la grandiosa voz de Shelley que sigue llena de un brillo juvenil como en las primeras grabaciones de la banda. Chris Remmington es un bajista enorme, en toda la extensión de la palabra, y Danny Farrant un chavito vuelto loco al tocar la batería. Todos se vieron muy “bien portados” en el escenario, dejando en claro por qué su estilo fue tan único e importante en la década de los setenta en que se empezaba a forjar la escena punk en la que se distinguieron de sus contemporáneos, los Sex Pistols y Joy Division.


El solo de la maravillosa “Moving away from the pulsebeat” se prolonga en la guitarra de Diggley, resultando de lo más simpático el contoneo de Pete al ritmo de la música. Es un “señor” adorable. Quizás eso es lo más ejemplar de los Buzzcocks, que el tiempo no les ha hecho absolutamente nada, y de verdad es una fortuna que sigan vivos y tocando para estas jóvenes generaciones que se encaminan a desarrollar cosas nuevas.

Las voces al unísono que siguen los coros de “What do I get?” o “Promises” son estremecedoras, me hizo pensar en los estadios británicos llenos de skinheads. Los ánimos se calman en “I Believe”, canción sumamente significativa que sonó como un himno y se prolongó dándole a la oportunidad a Diggle de acercarse a nosotros, sonriente y entusiasmado y que aprovechó para hacerle algunas travesuras a su guitarra como  vaciarle un chorro de su botella de alcohol.


Terminado tan emocionante episodio desaparecen del escenario para volver con el acostumbrado momento de canturrear “Oeee oeoeoeoeee Buzzcocks” en el que Diggle fungió como director del coro para después empezar a interpretar la grandiosa “Harmony in my head” y hacernos explotar.  Necesaria en ese momento era "Ever Fallen in Love", quizás su canción más famosa y la que hizo vibrar al foro completo. Finalmente cerraron con "Orgasm Addict" dejándonos, irónicamente, a todos más que satisfechos.

Es muy extraño porque, en lo personal, aún no puedo creer que vi a los Buzzcocks en vivo, siempre me pareció un deseo sin caminos para realizarse y definitivamente fue hermoso escuchar ese punk que sigue tan vivo como en sus inicios fiel y radiante. Quedé convencida de que los sueños se hacen realidad.



Setlist.
Boredom
Fast Cars
I Don’t Mind
Autonomy
Get on our own
Whatever happened to...?
Why she's the girl from the chainstore
Sick City Sometimes
Moving away from the pulse beat
Nothing left
Noise Annoys
Breakdown
Promises
Love you more
What do I get?
I believe in
Harmony in my head
Ever Fallen in Love
Orgasm Addict

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