Txt y fotos: Argelia Rivera.

El cambio de sede de último momento trajo consigo muchos problemas de organización porque el Pasagüero ya tenía un evento planeado en el que tocarían tres bandas distintas esa misma noche. Pues bien, como si alguien hubiera separado al público, la mayoría de los que aguardábamos por BSS llenamos el patio trasero del Pasagüero por horas, mientras las bandas de rock y pop que conformaban el cartel del evento del lugar terminaban su presentación, cabe mencionar que todo mundo se mostró muy respetuoso durante la espera pero ya cuando pasaron de las 2 am ahora sí el patio trasero comenzó a pedir que ya salieran los amos del Kuduro (género que mezcla la música tradicional angoleña y la música electrónica occidental) y así fue.

Los integrantes de BSS subieron al escenario y como por arte de magia todos olvidamos la espera y la euforia estalló cuando comenzó a sonar el éxito del verano: Hangover con su tan reconocido “bababa”; el Pasagüero entero brincó (literal) y no paró de hacerlo en toda la noche, ¿y cómo habríamos de parar si la energía que emitían los portugueses no nos lo permitía?, era una FIESTA, llena de sudor, ante un Pasagüero totalmente lleno y que no hacía más que bailar al ritmo del Kuduro.

Sonó el Wegue, wegue, wegue wegue y la gente comenzó a subirse a las sillas, a las mesas, a las bardas, no importaba nada, sólo fiestear y disfrutar del gran show que BSS estaban dando sobre el escenario: bailes enérgicos, movimientos de trasero inimaginables, sonidos infecciosos, el bailoteo latino y la música electro fusionados de manera sublime; un baile catártico sin igual.

“Sacalo, mételo, sácalo, mételo” cantaban y ejemplificaban los Portugueses antes de irse y el Pasagüero completamente empapado en sudor los imitaba. Finalmente, los amos y señores del Kuduro progresivo cerraron con broche de oro aquel viaje de hora y media cuando invitaron a varias de sus seguidoras a subir al escenario a “moverlo” con ellos y como era de esperarse la pequeña tarima se atascó de muchas jovencitas moviéndose al ritmo que sólo Buraka Som Sistema puede crear. Muy bien por Buraka pero aún mejor por todos los que estuvimos ahí para bailar hasta que dejamos de sentir las piernas.