Txt. Martha Naranjo Sandoval
Fotos. Azul
Puedo imaginar que decirle a una banda de Australia que irá a México es como decirle a una banda mexicana que irá a Finlandia. Era palpable que el pasado sábado los integrantes de Art Vs. Science, aún dos minutos antes de salir a tocar estaban incrédulos de que alguien en nuestro país los hubiera escuchado. Ellos son de Sydney, tocan música rítmica y movida cuya base son los teclados y sintetizadores.
La noche estuvo llena de sorpresas. La primera de ellas fue la gente que asistió, cuando yo escuché que el grupo aussie vendría a México me imaginé el Voilá lleno de hipsters y demás gente que se viste extravagante. Para mi asombro en el lugar no sólo había pocos de ellos, sino que además la gente se dividía mayormente entre gente muy joven, y con joven me refiero menor a 19 años, y gente de 30 para arriba.
Otra cosa que llamó la atención era que el lugar estaba lleno de mesas. Aunque había una pequeña pista de baile no se podía ignorar que debido al tipo de música que toca Arts las mesas causaban cierto choque.
Los grupos abridores: Los Wookies y Beat Buffet. Aún cuando llegaba ligeramente entender la razón por la cual habían escogido esta mezcla, saltaba que aunque los tres son grupos que te ponen a bailar, lo hacen de forma muy distinta. Los Wookies es un grupo que podríamos clasificar en electrónica y cuyo medio es básicamente el de mezclar canciones, como peculiaridad principal tienen el salir a tocar con máscaras de Chewbacca. Beat Buffetes es un grupo que me cuesta trabajo definir. Pero para no romperme la cabeza dejaré en que es un sonido bastante guapachoso, entre las cosas que me llamaron la atención es que casi para finalizar tocaran “Bailando” de Paraiso (“Bailando, bailando, amigos adiós, adiós, el silencio loco”).
Si de por sí que esos grupos abrieran a Art ya me parecía extraño, la reacción del público me lo pareció más. Nunca había visto tanto entusiasmo del público por grupos abridores, no sólo no les pedían que se bajaran sino que además bailaban frenéticamente y a Beat Buffet hasta le pidieron otra.
Cuando creía que ya la había visto todo subió Art Vs. Science. Su música es bastante movida y era de esperarse que en el escenario se volvieran locos. Pero al ver a Dan McNamee, guitarra, teclado y voz, con su camisita estampada y sus tirantes delgados; a Jim Finn, teclado y voz, con su camisa blanca bien fajadita y su corbatita y; a Dan Williams, batería y coros, con camisa a cuadros y pantalones negros las expectativas cambiaban, se veían como todos unos niños bien portados. Esa impresión se mantuvo por las primeras canciones hasta que enloquecieron, Williams se subía al banco de la batería, fingía que era un director de orquesta o tomaba agua y la escupía como fuente; McNamee no dejó de bailar y hacer caras y Finn se la pasó de un lado al otro bailando, brincando, haciendo muecas e interactuando con el público, él es de esas personas que nació para la fama y cuya presencia escénica es indiscutible.
No sé ustedes pero yo no conozco mucha gente que sea fan de ellos al extremo de saberse muchas de sus letras, así que para mí, y sobre todo para los miembros de la banda, fue una gran sorpresa cuando gran parte del público cantó la mayoría de sus canciones. Podías ver en sus caras de asombro y alegría que no comprendían cómo es que su música había llegado hasta nosotros.
Tanto ellos como el público bailaron como desquiciados toda la noche, aún con las mesas la mayoría del público se paró emocionado He ido a pocos conciertos con tanta euforia tan uniforme. El ritmo en las canciones fue incrementando, incluso tocaron un cover de “Gay Bar” de los Electric Six.
Al final se notaba que ni ellos ni nosotros queríamos que la noche acabara pero así tenía que ser, comenzaron a tocar a las doce de la noche y ya era tarde. Ahí fue cuando ocurrió la más rara de las sorpresas: Art Vs. Science agradeció mucho, se despidió con una reverencia, el telón se cerró y nadie nunca pidió otra a gritos aun cuando se notaba en la cara de todos que querían más.