Texto: Axel Bárcenas
Fotos: Cortesía OCESA

El frio de la noche cubría el Palacio de los Deportes, que con su domo protegía a los internos en él, mismos que con su calor acrecentaban la agonía de ver como el tiempo de espera, para ver a sus ídolos, escaseaba poco a poco.

Antes de que el reloj marcara las nueve en punto, el lugar se oscureció en una aparente fusión con el cielo nocturno. Cual claro de luna, un destello de luz alejó de la penumbra a Diego Herrera, quien iluminado por la luz artificial tocó las primeras notas de la noche acompañado por su teclado; en seguida el resto de los Caifanes se hizo presente en el escenario.


Saúl Hernández, Sabo Romo, Alejandro Marcovich y Alfonso André, acompañaron el teclado de Herrera sacando lágrimas en más de uno de los presentes, quienes reflejaron su nostalgia cantando al unísono los más grandes éxitos de sus ídolos.

“Viento” uno de los temas más emotivos de la noche causo de alboroto entre el público al escuchar en repetidas ocasiones el coro de dicha canción “Tiempo, detente muchos años”. Temas como éste unió a más de una generación en una velada memorable enmarcada por 27 canciones.


La grandeza que provoca la humildad fue personificada por Saúl Hernández, quien posó de  rodillas ante un monstruo de más de 20 mil personas en símbolo de agradecimiento por su asistencia;  orgulloso de su pose, con la cara en alto, emanó  de sus labios con una voz entrecortada la frase “Raza, Caifanes a tus pies”.
Sin detenerse el tiempo, Saúl hizo un breve discurso en cual expreso la falta de sensibilidad de los gobernantes ante el pueblo, terminadas sus palabras los Caifanes interpretaron el tema “Antes de que nos olviden”, terminada la interpretación del tema Hernández dijo: “Esta canción te la dedico a ti que has tenido que aguantar y estás al pie del cañón” y remata: “Ojalá los gobernantes entiendan que gobernar no es crear programas sino acercarse a la gente y ser sencillos”.


La locura herbia en todas la venas que cantaban al ritmo de canciones como “Amanece” “Los Dioses Ocultos “Metamorféame” y “Perdí mi ojo de venado” entre otros; la sesibilidad de los acrodes de la guitarra de Saul hernandez, tocó más de un corazón al interpretar el tema “Ayer me dijo un ave”, mismo que fue motivo de encendedores en el aire que se movían de lado a lado y cientos de abrazos entre parejas.
La última salida de Caifanes, después de sus breves descansos, daría el cierre definitivo a esa majestusoa noche.

El palacio explotó con “La Célula” dejándose llevar en  “Nubes” por la voces que al compas del sonido eran una sola; “Afuera” dio entrada al final del concierto con la canción “no dejes que”, en la cual se interpreto más de una vez su famosos coro “no dejes que, nos coma el diablo amor…”.
Frente al público, los cinco Caifanes abrazados hicieron el ritual de agradecimiento a su raza, la cual lentamente desalojaba el lugar con la felicidad en sus rostros encaminados a la salida con la mítica canción de Johnn Lennon “Imagine” en espera de otra vuelta al cielo.