El violín que Miguel Ángel García toca con gran fuerza e interpreta la obra Ramas para violín amplificado, emite sonidos de la madera en diversos estados: cuando rechina, al ser tallada y en el momento que se rompe, muy similar a trozar una vara con las manos. La pasión del violinista se nota en su expresión facial, en cómo toma el instrumento como si deseara extraer su esencia y destrozarlo con tal de ofrecer lo mejor de sí en el escenario.

El éxtasis es tal que casi al concluir la pieza, se escucha un “ploc”. El músico continúa tratando de seducir a su fiel compañero pero no lo logra. La preocupación en su mirada es una clara señal de que algo está mal. Comienza a moverlo discretamente hasta que no puede más y dice apenado “disculpen, se me rompió una cuerda. Regreso en un instante”. Los aplausos retumban por la Sala Carlos Chávez del Centro Cultural Universitario y el público adulto espera pacientemente a que regrese al escenario. Después de 5 minutos, regresa y logra enamorar de nuevo a su violín.

, el pianista de la agrupación, parece tener una fascinación por las películas de terror. El suspenso se dispersa por cada rincón, cada asiento vacío y por cada cuerpo que se encuentra presente; se nota en sus rostros desesperados y ansiosos. Los sonidos son semejantes a las gotas de lluvia que caen despacio y contrastan con el piano distorsionado que toca impacientemente el músico. Diptrivo para piano y electrónica es la pieza que comienza el espectáculo.

El amor pasional y el miedo se fusionan a través de ambos músicos. Algunas personas no soportan la mezcla y deciden abandonar el lugar; pocos sobreviven a la orgía musical que presencian a través de dos hombres tan distintos entre sí. A José Luis y a Miguel Ángel parece no importarles, puesto que el público restante disfruta de manera especial las composiciones que decidieron interpretar para esta tarde de octubre en el Festival Radar UNAM.

“Espero que al piano no se le rompa una cuerda” dice en tono burlón Hurtado. García sólo sonríe y se limita a dar el conteo para iniciar la nueva canción. “Uno, dos, tres” se escucha en tono muy bajo y Flight Elegy para violín y piano despierta a todos después del intermedio. A más de uno se le vienen a la mente películas de cine mudo con el sonido del violín tan agudo y de las cuerdas del piano apenas perceptibles, las cuales son tocadas directamente por José Luis.

El final de la experiencia sensorial llega con Jing Jing Luo Beyond Beta para violín y piano. Un grave “Tun tún tun tún tun tún” nace de los codos del pianista, el cual está recargado en las teclas del mismo, mientras que del violín salen tonos graves y agudos, los cuales cambian rápidamente; la música es idéntica a la que tiene de fondo la escena donde apuñalan a una mujer dentro de la regadera en el filme Psicosis de Alfred Hitchcock.

El terror y las ganas de huir predominan en el ambiente. Algunos desean matar. Otros reprimen su sentir y deciden desahogarse en fuertes aplausos después de hora y media de inestabilidad emocional. Parece que también se les reventó una cuerda.