Se percibía paz desde las cuatro aristas del Monumento a la Revolución, el emblema, por demás significativo, del espíritu del movimiento organizado por la asamblea ciudadana es: ‘México Toma la Calle’. La gente pasaba ‘un buen rato’ disfrutando de las actividades musicales y artísticas, también dialogando entre ellos en busca de las mejores propuestas para conseguir el objetivo primordial de este movimiento: un país mejor para todos.

El ambiente olía a revolución, mezclada con cerveza y marihuana, pero, sobre todo a libertad, a paz y a justicia.

Las protestas en carteles no faltan, el ánimo de denuncia indudablemente reinada por doquier al ritmo de música de todos los estilos, desde el punk hasta el hip-hop. Cantan, bailan, dibujan, juegan, gritan y escuchan la esperanza de ser parte de la generación de un cambio real.

Este 15 de octubre los ciudadanos recuperaron las calles, los espacios públicos como medios de organización civil, como medios de comunicación, como foro de denuncias, como escenarios de la expresión del espíritu humano, en fin, como suya otra vez. Pero lo más importante, recuperaron el espíritu de lucha, de cooperación y de transformación.

La gente consumió poco a poco ese 15 de octubre, se marchan con un buen sabor de boca, pues así sabe la esperanza. Se llevan las conciencias llenas de contrastes del México en el que viven, pero también del México que puede llegar a ser con la ayuda de cada uno de nosotros, pues el cambio no puede iniciar por nadie más que no seamos nosotros. Lo imposible así empieza, por nosotros mismos.