Texto y fotos: Axél Barcénas

Sencillez, sutileza, belleza… simplemente La gusana ciega. Muchos pueden ser los adjetivos que intentaran abrir la puerta del rock para describir la emociones que se sintieron en  la presentación de La gusana ciega, el pasado viernes 16 de diciembre en el Lunario del Auditorio Nacional; pero sólo dos palabras, aunadas al espacio-tiempo, van acorde a la noche que se vivió en un cumulo lunar: acústico y rarezas.

El aire frío, que cubría el valle de México, hacía juego con las sonrisas estalladas al compas de las primeras piñatas; mientras, las luces, encargadas de los detalles en los festejos decembrinos;  parecían dar vida a un profético  tornasol, mismo que  bailaba impaciente entre los tobillos de los fanáticos de la “gusana”, quienes poco a poco se  arremolinaban frente a la puerta de cristal del Lunario.

Dentro del lunario, el contexto era otro: la calidez del lugar, sumado a la iluminación del escenario parecían ser un giroscopio, en contraste con lo ocurrido fuera del recinto. Los tenues velos de luz, bañaban de color los instrumentos, que parecían impacientarse al escuchar la velocidad del los latidos del público. Pasadas las nueve de la noche  Daniel Gutiérrez, Jorge Vilchis, Germán Arroyo y Luis Ernesto Martínez "Lu"; aparecieron en el escenario, deteniendo la velocidad cardiaca a cambio de un estallido de felicidad acompañado por alardes y chiflidos.  Así dio inicio una gran velada con tintes acústicos y raros que mantuvieron al público feliz durante más de 90 minutos.

El tema con el cual abrieron su presentación fue "Hoy me voy", al que le siguieron canciones que hablan de rupturas, despedidas, amor, locuras y otras “rarezas”, como definió Daniel a muchas de sus composiciones.
Alrededor de 20 cortes formaron parte de su repertorio, entre ellos "Las manos de María la loca", "Giroscopio", "Ella estrella", "te entregas", "Conejo en el sombrero", "Hey", “yes sir i can boogie”   y “Tornasol"; esta última siendo el motivo de llanto en muchas personas, quienes se hundieron en un miso canto al corear una y otra vez  “…vuelves a ser mis sueños, mi  dulce sirena; vuelves a ser…”


El concierto fue, para Daniel, un confesionario; pues en cada descanso, el vocalista y guitarrista de la banda, relataba anécdotas personales sobre el nacimiento de sus canciones, mismas que acompañó con covers de Bruce Springsteen, Donovan, Violent feemes y Q Lazzarus.

El tiempo, en su indetenible marcha, veía vaciarse en repetidas ocasiones el caballito de Whisky del vocalista de la gusana ciega. Al igual que el caballito y las bromas que se gastaban, poco a poco fue entrando en su debacle la sutil y acústica noche.

 "Muchas gracias a todos, es una bendición cantar esta noche para todos ustedes. Esto es un secreto, saliendo de aquí nadie dirá nada porque, lo que han vivido aquí es único”, argumentó el líder de la banda en una de sus últimas frases del concierto.

En el lugar también estuvieron presentes los amigos  y familiares de los músicos, a los cuales en todo momento mostraron su gratitud, haciendo ver que son parte fundamental de la gusana ciega. Que mejor manera de agradecer al público, amigos y familiares que con magistrales interpretaciones.
Una noche que se fue entre acordes y alcohol, una noche que se fue como llegó: fría, dulce… sobria. Pero en su retirada, se marchó con el tema “Goodbye horses” tema de Q lazzarus, sin embargo, en esa rara noche, en la voz de Daniel, en el sonoro acústico de La gusana Ciega.