Por Axel Bárcenas “el rumor”
Fotos por Arisbeth Marquéz

Sábado en la noche y las calles de la colonia condesa parecían desiertas ante el frío que golpeaba las calles de la ciudad de México, sin embargo, el gélido clima parecía no tener acceso al Caradura. Frente a la puerta del bar, las personas, que formaban la fila, buscaban subir al primer piso del edificio marcado con el numero 73 de la calle Nuevo León; impacientes no dejaban de mirar sus relojes para alejarse del frio, permaneciendo quietos al mantener   la certeza de que pronto llegaría la hora… la hora de la hora.

Así fue como todo comenzó.  El pasado sábado 25 de marzo en el Caradura se vivió una noche más de baile, en una relación inmanente con las copas, entre canciones y voces  erosionándose como el tiempo. La noche presento sus peripecias climáticas como rechazo a una velada sin descanso. Así, trato de detener el fulgor de la fiesta, imponiendo una noche fría con restos de la lluvia que azoto el valle de México en el atardecer. Pese a las vicisitudes, un diablo disfrazado de arlequín  haría de las suyas una noche más en el caradura, esta vez en música  de los chicos de la hora de la hora, quienes alejaron el frío con el sabor y el singular toque de ritmo que los caracteriza.



En punto de las doce, la impaciencia cayo contundente; gracias un certero golpe atestado por la distorsión emanada de una tornamesa, misma que pareció abrir el telón con el scratcheo de los discos, abriendo paso al baile que por tanto tiempo había esperado el público presente en el bar. Las primeras horas de baile corrieron a cuenta de una pareja de jóvenes, quienes tocaron en representación de Beat Buffet; una agrupación que mando a escena a Raúl Sotomayor y Pablo Borchi. Fue la genialidad de este dúo dinámico, la síntesis de  la fuerza de una banda, donde en su setlist contentia desde Electronica hasta hip hop, haciendo pequeños homenajes como a Los Músicos de José y los Chemical Brothers.


“No paren de bailar, que ya viene la hora de la hora”  Fueron las palabras de Pablo Borchi haciendo referencia a la llegada, cada vez más cercana del grupo mexicano la hora de la hora. Calló la primera hora del lunes, con ello el estallido de las gargantas en un grito provocado por el estupor de ver por fin en escena a la hora de la hora. Familiares, amigos y fanáticos dibujaron una sonrisa que había permanecido fría como la noche; pero fue la calidez en la voz de la agrupación el deshielo de las sonrisas, regalando una fiesta de puro sabor a todos sus espectadores.

Temas como Gipsy core, Flor y parla, L’abandoné; entre otros; fueron los  acompañantes de los pasos de baile por más de una hora. El público no dejo de corear un solo instante los temas y reafirmaban su felicidad entre bailes sin estética y cervezas que se movían en el aire. La fraternidad, impuesta por las canciones, se hizo presente al juntar a gran parte de los espectadores en una gran fila móvil; asemejando a una serpiente que danzaba por cada rincón del caradura. Ni el frio, mucho menos las fallas técnicas, fueron la barrera ideal para impedir que esta fiesta de desenvolviera; sobre todo, nadie esperaba que alcanzara un clímax, típico en carnavales.


“Gracias, y… al menos por hoy es todo” Dijo el  vocalista. Palabras que le pusieron el sello a un sobre que no dibujaba destinatario. Como complacencia, la hora de la hora regaló el último tema de la noche, un tema que había sido pedido durante gran parte de la presentación. Desdén, fue el tema que otorgó el permiso a los presentes para poder retirarse con una satisfacción inigualable.