Sindicato del Sonido.: Los amorosos aman, solo aman

Los amorosos aman, solo aman

TXT: Sergio Reyes

En una función interactiva, la compañía de teatro independiente Contigo América presentó este viernes “Me enamoré de Chelo”. Un monólogo del actor Tomihuatzi Xelhuantzi acompañado del violonchelo de Evelina Hernández. Además de que al finalizar cada uno de los tres actos, se recitaba el poema “Los Amorosos” del escritor Jaime Sabines.

Dirigida por el mismo protagonista, la obra muestra a un vagabundo que carga en su maleta instrumentos inusuales, como un casco, un par de paraguas, un lazo, entre otros.

Evelina, con un largo vestido blanco, sentada en una alta silla de madera y con su violonchelo acomodado de tal forma para darle música al monólogo del protagonista, da la bienvenida al público que ocupaba casi la mitad del aforo.

El primer acto con el público fue cuando el actor sacó una carta, al no entender la letra le pidió sus lentes a un joven del público. Pero los lentes en vez de ayudarlo a entender la carta, cegaron más al intérprete.

Lo que buscaba, a lo largo de la obra, era el amor representado en una mujer, por medio de tácticas románticas intentaba seducir a algunas féminas en el público.



Al seguir con la constante de la diversión y las risas, decidió tragarse la carta y luego pedirle agua a una mujer del público. El amor es la prórroga perpetua/siempre el paso siguiente, el otro, el otro/Los amorosos son los insaciables, /los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.

Al ver fracasados sus intentos con algunas mujeres del público, el amor lo encontró en otro ser vivo: un girasol. La búsqueda constante del amor fue igual que los reproches que le hacía a la violonchelista al no tocar la música que él quería “toca bien sino no cooperan”, decía el protagonista.

La emoción de encontrar un girasol provocó que lo rompiera cuando abrazó éste, al ver rotas las ilusiones de encontrar el amor, decidió suicidarse “tirándose al metro”, pero fracasó, también intentó tomar veneno pero “era chino” y solo le provocó malestar estomacal. Los amorosos juegan a coger el agua, /a tatuar el humo, a no irse. /Juegan el largo, el triste juego del amor.

El “amoroso” de esta historia se dio cuenta que la violonchelista siempre estuvo poniéndole soundtrack a sus felicidades, a sus tristezas… a sus locuras. Él, inevitablemente la amó, cuando se iban a casar, éste falleció desvaneciéndose al suelo.

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