Por La amenaza elegante
Fotos cortesía de OCESA

Steve Wilson es artista que combina, de excelente manera, la presentación de piezas musicales con al implementación de una atmósfera visual que complementa cada pieza presentada en el Teatro Metropolitan.

El músico británico presenta en su mayoría canciones de su disco "Grace for drowning", cada pieza acompañada de proyecciones que complementan, de manera puramente visual, la ejecución sonora. Grandes siluetas que danzaban, los verdes bosques llenos de vida, mariposas que aleteaban graciosamente, pajaros de veloces vuelos, fuegos artificiales de múltiples colores, grandes y vigorosos ríos, los canales de Xochimilco y su legendaria "Isla de las muñecas"; un viaje que no solo implicaba nuestra percepción sonora, también invitaba a nuestros ojos a unirse a la travesía.


Con una apertura impresionante, que incluye "No twilight the court of the sun", "Index" y "Deform to form a star", Steve Wilson saluda al público mexicano invitando a participar en este concierto que es grabado para futuras generaciones. La locura sensorial se apodera de todos los presentes, mientras el poderoso acompañamiento de los músicos provoca reverberancias en el pecho de los asistentes, "siento la batería en el pecho" se escucha en el asiento de a lado, el pode de los decibles no solo se escucha, también se siente.


La velada continua, los músicos británicos toman una ligera pausa, mientras los sentidos toman un breve descanso; después "Luminal", "Veneno para las hadas", "No part of me" y "Raider II" (en una versión completísima y extenuante) golpean y explotan nuestros sentidos. El público se muestra complacido, cansado, feliz y con asombro acerca de un show tan impresionante.


Steve Wilson sabe que logró su objetivo, sus más fervorosos fans le aplauden sin apuros en la parte delantera del recinto de la calle de Independencia; los demás también nos unimos al aplauso general. Algunos presentes todavía nos preguntamos, algo asombrados, sobre lo que acabamos de experimentar, Con ánimo el Teatro Metropolitan comienza a verse vacío, pasivo ante la experiencia colectiva. A unos cuantos asientos escucho la frase que resume en definitiva lo que acaba de acontecer: "estuvo de huevos cabrón, de huevos"; una sonrisa es la respuesta a su afirmación y me voy pensando que concuerdo con ellos.