Por: Sergio Reyes Aguilar
En la actualidad, cuando la sociedad ya no
apuesta por el arte ni la cultura para el desarrollo colectivo nace LUNEC, una
ONG (Organización No Gubernamental) sin fines de lucro que demanda injusticias
sociales a través “de la promoción cultural de abrir espacios que acogen a jóvenes
preocupados por sus propias realidades y encuentran en el arte una
reacción y una respuesta a las problemáticas actuales”, como lo dice su
identidad corporativa.
La organización comenzó hace más de dos años:
“nace de la necesidad de un grupo de jóvenes, que soñábamos con cambiar el
mundo. Yo soy artista plástica, fotógrafa, Priscila es filosofa y muchas cosas
pasaron en nuestra vida, hasta nos metimos en política”, cometa Karla Sofía
Ontiveros, Directora General.
El nombre de Lunec tiene aspectos
cabalísticos: “LUNA NEGRA originalmente, era el nombre del estudio de
fotografía que teníamos. Tenía todo el sentido por tratarse de imagen, tenía que ver con luces, con sombras,
etc. Al día de hoy encontramos en LUNA NEGRA un significado maravilloso, es el
momento astrológico de la luna, en la cual está a punto de cambiar”, recuerda
Priscilla Bulnes, Directora de Relaciones Públicas.
Con un organigrama liderado por mujeres,
LUNEC busca arraigar la cultura y el arte en los Derechos Humanos para
concienciar a la juventud. Para conocer, interpretar y transformar la realidad.
Ubicada
en la calle Puebla 204-301, Col. Roma, México D.F., C. P. 0670, cerca del
Parque México, LUNEC forma metas a largo plazo: “una plataforma para que cada
uno de sus integrantes logre sus sueños personales y en colectivo podamos
incidir realmente en la transformación social, haciendo lo que amamos”, dice la
Directora de Relaciones Publicas.
Además,
están proponiendo ver el arte como un conjunto de herramientas para hacer ver
el mundo de manera diferente, y así comportarte con valores y ética que el arte
instruye. Así, algún día, LUNEC espera insertar el arte en los derechos
humanos.
LUNEC
también cuenta con una gama de especialistas: como Juan Pablo, actor y
comunicólogo; Carlos Flores, arquitecto y músico. A ellos se les suman otras
dos mujeres: Verónica Ochoa y Nayelli Bucio, especialistas en hacer proyectos.
La
ONG aún es joven en el mercado de las instituciones, pero tienen muchos proyectos
en puerta, de los cuales resalta un campamento para jóvenes de entre 17 y 18
años porque: “de pronto les dejo de importar el mundo, les dejo de importar
absolutamente todo, tienen una indiferencia total”, comenta la Directora
General.