TXT y Fotos: Angélica Jackeline Ferrer Campos
Alejandro Rosas presentó bajo el sello de Ediciones Martínez Roca, el libro titulado 365 días para conocer la Historia de México, la cual tiene como propósito “desmitificar y derruir santos y santones, héroes y villanos… No existe elverdadero Hidalgo, ni el verdadero Juárez.
Internacionalista, historiador, escritor y guionista, Rosas Robles ha dedicado la mayoría de su vida a estudiar el pasado de México adentrándose en los datos curiosos de nuestro país que van desde inventos no conocidos hasta actitudes arraigadas de la sociedad, enfocando su estudio en el siglo XIX. Ha sido autor de textos como Mitos de la Historia Mexicana: de Hidalgo a Zedillo, Sangre y Fuego, El México que nos duele, así como de diversos artículos en publicaciones como Letras Libres y Sólo Historia, por nombrar algunos.
En entrevista telefónica para Sindicato del Sonido, Alejandro Rosas nos explicó cómo la historia no debe ser entendida sólo como un cúmulo de datos, sino una propuesta rica, sin rigor de pasar por las épocas con un orden cronológico y que además permita al lector saltar por los sucesos que le interesen y que le ayuden a cambiar la mentalidad que ha mantenido durante años.
En la introducción menciona que el texto debe ser parte de la vida diaria del lector, ¿por qué surge este deseo?
Es importante que la historia no se limite sólo a cuestiones como la Independencia, la Guerra de Reforma o la Revolución; es como la liga que siempre teníamos marcada por la historia oficial. La propuesta del libro es acercar al lector a aspectos de la vida cotidiana que también son historia como los espectáculos o anécdotas truculentas que han existido, además de ver a los personajes desde otra perspectiva.
En cuanto al formato del libro, las personas pueden elegir la manera en la cual desean leerlo, ya sea varias historias en un día, una anécdota por día o irse saltando a los aspectos que más les agrade.
Respecto a ello, ¿por qué decidió dividir en siete temas el libro?
Eran anécdotas las que yo tenía, que decidí aglutinarlas por formatos. Decidí que los lunes fueran relatos de personajes conocidos y desconocidos (“Retratos), los martes las cosas macabras a través de “Bailar con la más fea”, los miércoles con “Al grito de guerra”, se muestran historias de héroes y batallas dentro de la Gran Historia, los jueves son nuestros vicios políticos (“A la mexicana”).
Los viernes, sábados y domingos (“Circo, maroma y teatro”, “La insólita cotidianidad”, “Lugares con memoria”) son como de entretenimiento, disipación del fin de semana, cosas que uno pueda encontrar más agradables; el viernes está enfocado a espectáculos, el sábado, a cosas increíbles de la vida y el domingo, invita a pasear por edificios y monumentos con el propósito de saber su historia, puesto que también las paredes oyen.
A pesar de que el texto no lleva un orden cronológico o especial, la mayoría de las historias se sitúan en el siglo XIX y siglo XX. ¿Cuál fue el interés en este periodo?
Fue un total y absoluto capricho del autor. A mí me gusta mucho la historia de la segunda mitad del siglo XIX hasta los 40 y 50 del siglo XX, que incluye la Intervención Francesa, a Juárez, el Porfiriato, la Revolución Mexicana y la Postrevolución. Por ello, el 60% de las historias se refieren a dichos periodos. No obstante, también se puede encontrar algo del siglo XVI, XVII o de la época colonial.
¿A qué público está dirigido el texto?
A todo público. Es un libro con el que yo pretendo impulsar la lectura, porque pienso que debemos seguir leyendo sin importar el género literario predilecto. Por otra parte, es una forma de divulgar información y promover el gusto por la historia, haciéndola entretenida, divertida y amena. Al leer 365 días, después pueden “entrarle” a estudiar una biografía, un ensayo, tema en particular o simplemente, buscar otro tipo de historia, no la clásica.
En la introducción, usted mencionaba que no le gustaba la historia oficial, ¿por qué?
Todos los que nacimos en el siglo XX nos educaron con una historia oficial muy marcada, la cual arrastramos; nos adoctrinaban como si fuera religión. Yo creo que ya cambiaron los tiempos y ahora hay muchas opciones alternativas a la historial oficial y eso está muy bien pero creo que hay que seguir desmitificando.
Por ejemplo, en el texto no se encuentra a “Madero, el maravilloso”, sino a un Madero más jovial, tranquilo. Esto se debe a que siempre nos inculcaron personajes duros, que sólo miraban al horizonte y pensaban en el bienestar de la patria.
¿Considera que su libro podría funcionar para que los niños y jóvenes aprendan historia?
Claro. No es el libro de texto de historia pero las anécdotas del libro siempre le dejan algo al lector, una fecha, un hecho histórico, un acontecimiento del pasado.
En otro aspecto, las 365 crónicas que manejo, son absolutamente comprobables, cada una proviene de un archivo, de una referencia bibliográfica, de un documento o de una carta, por ello puede funcionar.
La investigación para dicho texto fue de veinte años. ¿Cuáles fueron las dificultades que encontró para que durara dicho periodo?
La investigación no fue hecha ex profesa para el libro. A lo largo de esos veinte años, estuve investigando para otros libros, textos o proyectos, en los cuales me hallaba datos curiosos. Por ejemplo, si estaba estudiando a Madero y me encontraba con periódicos de la época que poseían narraciones, las cuales valía la pena contar pero que no están en los libros.
Fui jugando a lo largo de dos décadas con estas anécdotas; unas las publiqué en otros medios, pero otras se encuentran exclusivamente en este texto. No me puse a escribir todo un año mañana, tarde y noche, tampoco dejé de dormir pero sí realicé un trabajo de edición; fueron veinte años de descubrir nuevos relatos.
En el libro menciona que el mexicano prefiere comer antojitos y endrogarse a hacer algo por sí mismo. ¿Piensa que en esta época todavía es aplicable?
Absolutamente. El propósito de muchas historias es que veamos que realmente somos el reflejo de anteriores generaciones; debemos transformar no solamente la política o la economía, sino también la mentalidad. Los hechos que están vertidos ahí están puestos adrede, para cuando uno lea diga “eso somos”, porque reflejan el sentir mexicano.