“Hay personas que en el momento de morir, ven la película de su vida y se quedan jetones”, dice Fernando Rivera Calderón divertido, justo en la presentación del libro El trompetista. Sin embargo, Francisco Koloffon y el personaje principal de su obra, Lucas, son la excepción. Se aferran a la idea de que se deben disfrutar todos los detalles, sensaciones y circunstancias que la vida presenta; luchan con el mismo amor que una niña cuando no desea soltar a su padre que va a trabajar.

El sentimiento impera en el Foro del Tejedor a través de La hora del tiempo. “Una piel bajo mi piel, una sed bajo la sed, un amor bajo el dolor, un dolor bajo el amor. Hay un Sol detrás del sol, hay un Re detrás del re, hay un Mi detrás de mí, hay un Si detrás del sí. Es la hora del tiempo”, interpreta con ternura el vocalista de Monocordio para dar a conocer una de las melodías que acompañan el texto en donde jugar con el tiempo y las oportunidades antes de morir es importante; lo hace igual que los niños cuando desean ser héroes, princesas o monstruos de otros planetas, soñando y llevando a cabo cada misión por más tonta o complicada que parezca.

Pero, ¿qué es lo que conmueve y lleva al también autor de Astronauta Terrestre a sentir e imaginar como un pequeño a través de un personaje adulto? La respuesta no es sencilla; la muerte de su abuelo cambia la historia donde “Las pendejadas no son reembolsables” y el cariño aumenta. “Si uno vive con la muerte enfrente todos los días, va asimilando y va creciendo de una manera distinta”, menciona Pascual Reyes con voz grave y severa.

Su emoción aumenta al identificarse con las canciones que Koloffon menciona en la obra y lo refleja en la canción que escribió para dicha publicación. “Que mi abrazo sea suficiente para protegerte de los espantos del tiempo… Si pudieras ver lo que veo: tu conmigo al final del horizonte, arriba en el monte”. Canta acompañado de una guitarra y con su característica voz desgarrada y fuerte.

El libro no es más que una guía para la vida, para aprender a tomar en cuenta de mejor forma todo lo que sucede día con día tal y como los pequeños, sin preocupaciones, sin temor a que se rían o humillen por tomar un camino equivocado o poco común. Simplemente adoptar la mentalidad que refleja el autor en su texto y que aplica personalmente “si el día que nacimos empezamos a morir, entonces deberíamos vivir más seguido”.